El Renacimiento fue fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una nueva concepción del hombre y del mundo. El término «renacimiento» se utilizó reivindicando ciertos elementos de la cultura clásica griega y romana, y se aplicó originariamente como una vuelta a los valores de la cultura grecolatina y a la contemplación libre de la naturaleza tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad más rígida y dogmática establecida en la Europa medieval. En esta nueva etapa se planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, con nuevos enfoques en los campos de las artes, la política, la filosofía y las ciencias, sustituyendo el teocentrismo medieval por el antropocentrismo.
En ese sentido, el historiador y artista Giorgio Vasari formuló una idea determinante: el nuevo nacimiento del arte antiguo (Rinascita), que presuponía una marcada conciencia histórica individual, fenómeno completamente nuevo. De hecho, el Renacimiento rompió, conscientemente, con la tradición artística medieval, a la que calificó como un estilo de bárbaros, que más tarde recibirá el calificativo de Gótico. Sin embargo, los cambios tanto estéticos como en cuanto a la mentalidad fueron lentos y graduales. El concepto actual de renacimiento será formulado tal y como hoy lo entendemos en el siglo xix por el historiador Jules Michelet.
Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el Renacimiento significó una «ruptura» con la unidad estilística que hasta ese momento había sido «supranacional». El Renacimiento no fue un fenómeno unitario desde los puntos de vista cronológico y geográfico: su ámbito se limitó a la cultura europea y a los territorios americanos recién descubiertos, a los que las novedades renacentistas llegaron tardíamente. Su desarrollo coincidió con el inicio de la Edad Moderna, marcada por la consolidación de los estados europeos, los viajes transoceánicos que pusieron en contacto a Europa y América, la descomposición del feudalismo, el ascenso de la burguesía y la afirmación del capitalismo. Sin embargo, muchos de estos fenómenos rebasan por su magnitud y mayor extensión en el tiempo el ámbito renacentista.

RENACIMIENTO EN ANDALUCIA
Arquitectura. Las características común de la arquitectura,
escultura y pintura es la de inspirarse en la simetría. Además, la preocupación
por la belleza está entre sus máximas aspiraciones. La arquitectura es el campo
donde cabe realizar de manera más clara una evolución de las formas artísticas
por etapas: de edificios góticos en los que aparecen elementos
decorativos clasicistas, como los grutescos, se pasa a una verdadera
renovación de las estructuras y de los elementos arquitectónicos que adquieren
formas plenamente renacentistas. En la evolución del Renacimiento andaluz se
distinguen las siguientes etapas:
El plateresco, que ocupa el primer tercio de siglo XV, llamado
así por lo similar que resulta su decoración
a la labor desempeñada por los trabajadores de la plata. En este caso
las formas renacentistas se manifiestan sobre todo en lo decorativo, como puede
apreciarse en obras como el Ayuntamiento de Sevilla, la Sacristía de la
Catedral, ambas del arquitecto Diego de Riaño. Un interesante construcción de
los primeros años del siglo, es la Casa de Pilatos de Sevilla.


La siguiente etapa se caracteriza por la simplificación de
los decorativo, por buscar la sencillez de líneas y por centrar su atención en
los problemas constructivos. Este periodo recibe el nombre de purista y se
consolida hacia la mitad del siglo XVI. Tuvo más arraigo en el Reino de
Granada. En esta ciudad destacan la construcción de la Catedral de Diego de Siloé y el Palacio
de Carlos V de Pedro Machuca y el Hospital Real.

Fundamentales son también las obras de Andrés de Vandelvira ,
otro arquitecto que trabaja en la provincia de Jaén, que construyó la Iglesia
del Salvador de Úbeda o la Catedral de Jaén, obras cumbres del Renacimiento
andaluz .
Por último, en otra fase del Renacimiento, ya en la segunda
mitad del siglo XVI, aparecen en Andalucía un conjunto de construcciones en las
que se introducen elementos y formas manieristas, que anuncian la riqueza y
complejidad del estilo Barroco. Las más
significativas son:
-
La Sala espirituar de la Catedral de Sevilla.
-
El cuerpo de campanas de la Giralda. Ambas obras
son del arquitecto son del arquitecto Hernán Ruiz II. Otras obras destacadas
del Renacimiento andaluz son: el Hospital de las Cinco Llagas.
En Andalucía, el siglo XVI es el siglo de la construcción de
grandes palacios, hermosas catedrales, de hospitales, bellas iglesias y
conventos, todo ello va a dar lugar a un urbaniso nuevo de gran belleza, que
unido a la presencia de la huella musulmana, configurará la peculiar fisonomía
de muchas de las ciudades andaluzas.
La escultura y la pintura : A la hora de analizar las artes
figurativas conviene tener presente no solo el desarrollo económico alcanzado
en Andalucía por el mercado que se había abierto con el descubrimiento de América,
del que Sevilla será el centro. Tanto en pintura como en escultura predominan
los temas religiosos, dada la estructura medievalizante de la sociedad, en la
que la Iglesia desempeñaba un papel protagonista, junto a la Monarquía y la
Nobleza. Es frecuente el comercio e importación de obras de arte, especialmente
piezas escultóricas de mármol, traídas de Italia. Además de Italia y de Flandes
vienen artistas a distintas ciudades andaluzas para realizar encargos reales o
eclesiásticos. Al mismo tiempo que los artistas peninsulares van a formarse y a
trabajaren países europeos, sobre todo a
Italia. Ejemplo de este trasvase artístico es la presencia de los italianos.
Domenico Fancelli o Pietro Torrigiano en las ciudades de Sevilla y Granada y la
marcha de Pedro y Alonso Berruguete hacia Italia. Obras significativas de la
escultura renacentista andaluza son: el
sepulcro de los Reyes Católicos de la Capilla Real de Granada.

Existieron, además en las ciudades andaluzas gran número de
talleres locales que entendían la demanda de obras de arte. Es de resaltar la
figura de Bartolomé Ordóñez autor del
sepulcro de Felipe el Hermoso V y Juana la Loca en la capilla Real de Granada. En
la pintura de este período hay que decir que pervivió largo tiempo la tradición
gótica a la que se añade una importante influencia de Flandes , de forma que no
puede hablarse de una verdadera pintura renacentista hasta la segunda mitad del
siglo XVI. Ejemplo de esta pintura es la colección de Tablas flamencas de
Isabel, la católica, conservadas en la Capilla Real de Granada.
Destacan los nombres de Alejo Fernández de cierto eco
hispano-flamenco que trabaja en la Andalucía occidental, el de Luis de Vargas
con su obra la Alegoría de la Inmaculada de la Catedral de Sevilla, y el de
Pedro de Campaña, de origen extranjero pero formando en Italia, con su obra El
Descendimiento, también en la Catedral hispalense.
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